Pablo Aguado paseando el único premio de la tarde.
Al final la primera corrida de la Feria de Abril de Sevilla dio lo que había prometido de antemano: sevillania. Para este primer festejo del ciclo de 2018 se anunciaron tres de los jóvenes diestros sevillanos que más ilusión están despertando entre los aficionados que acuden cada temporada a la Real Maestranza. Aunque bien es verdad que la corrida de Torrestrella no estuvo a la altura que se esperaba después de los éxitos recientes, los tres diestros anunciados mostraron su disposición y supieron aprovechar las virtudes de los mejores ejemplares del encierro. Lo mejor llegando en el sexto capítulo, cuando Pablo Aguado puso fin a la tarde con una magnífica faena que fue premiada con una oreja.
El encierro de Torrestrella fue -como es habitual en esta ganadería- muy variada de peladas y fue variada en cuanto a hechuras, aunque merece destacar que fue una corrida en tipo de este mítico hierro. En cuanto al juego que dieron fue una corrida que, en líneas generales, tuvo prontitud, movilidad y un galope alegre en varas. En el último tercio destacaron el 3º y el 6º, ambos ejemplares cayeron en manos de Pablo Aguado. El 2º también tuvo cosas pero se acabó muy pronto en la muleta de Lama de Gongora, por lo que no pudo redondear su faena.
Pablo Aguado realizó lo más destacado de la tarde, cortando una oreja del sexto bis y también dejó una obra para el recuerdo al tercero de la tarde. Pese a su frescura (tomó la alternativa en la pasada feria de San Miguel) este torero tiene un poso, una madurez y una forma de andar en la plaza que sorprende cada vez que lo veas. A esto hay que sumar su magnífico concepto del toreo, tan personal como sevillano. Brindó la faena a su madre y comenzó pasando el toro por la diestra de forma soberbia. Toreó con temple, ritmo, compás abierto, la figura muy encajada y relajado. También cogió la muleta por la izquierda para torear con igual perfección y remató con pases de pecho interminables y a cámara lenta. Supo además poner fin a la obra en el momento preciso. Eso es otra gran virtud de Aguado; no alarga las faenas como es frecuente sino que es muy medido y muy elocuente.
El sexto fue un toro con nobleza y bondad que Pablo brindó a uno de sus ídolos presentes en el tendido de la Maestranza, Curro Romero. Se pudo entonces a dibujar otra faena extraordinaria con toreo por los dos pitones de máxima calidad en la que mostró de nuevo su buenas formas. Aprovechó la pelea del toro para ejecutar un toreo de gran empaque y clasicismo, con largura y una naturalidad propia de muy pocos. Sabe andar como torero en todos los momentos y adornó las series de nuevo con depechos de pitón a rabo -algunos mirando al tendido- y pases del desdén con gracia sevillana. Una buena estocada llegó tras el pinchazo y fue concedido con el único trofeo de la corrida.
El peor lote cayó en manos de Javier Jiménez, que además abrió cartel. No tuvo oportunidades de lucirse pero si mostró ante ambos adversarios su entrega y su disposición. El primero fue un toro de hermoso pelaje, alto de patas y con mucha presencia. En el último tercio faltó fijeza, fue con la cara alta y no desplazaba. Acometía con prontitud a una larga distancia pero no se empleó en las telas. Escuchó un aviso. El cuarto mostró buenas cualidades en el recibo de capote y acometió con alegría en varas. José Chacón fue aplaudido en el tercio de banderillas y Javier apostó por la mano izquierda en el inicio de faena. Por este pitón el toro fue muy áspero así que se pudo a dominarlo con oficio por la mano diestra. Estuvo valiente y dispuesto pero no pudo lucirse ante este adversario sin clase ni entrega. Acabó la obra con una media estocada.
Lama de Gongora lleva dos años sin torear en España. Durante este periodo ha toreado solamente en pueblos mexicanos, pero la verdad es que le ha servido mucho. Pese a que hoy prácticamente fue su reaparición en España mostró oficio y mucha confianza en sus dos faenas. Recibió al primero de su lote con verónicas templadas y profundas, hechando la pata adelante y ganando terreno. José Ignacio expósito fue ovacionado por su buen puyazo al toro que se lució en el primer tercio arrancando con alegría. Brindo al respetable y comenzó a pasar el toro por alto con los pies juntos, rematando con una trinchera que dejó claro que, pese al tiempo que lleva en México, no ha olvidado de su hogar. Se gusto en dos series por la derecha con temple y empaque hasta que el toro se vino abajo, dejando la faena en una obra cortisima pero que al menos le valió para mostrar que mantiene su concepto y la personalidad que apuntó de novillero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario