lunes, 14 de septiembre de 2015

Las Maletillas

solo hay que atrasarse medio siglo para volver a un tiempo en la que los toreros maletillas recorrieron los pueblos de la península ibérica en busca de la gloria. Una gloria que para muchos no llegó, pasaron hambre, pasaron frio, pasaron calor y pasaron tiempos que a muchos les resultarían imposible mantenerse en buen estado físico y sicológo. Fue duro, incluso murieron muchos de ellos, no fue nada fácil. Todos conocemos las historias de tal o cual niño que decidió lanzarse a la aventura de hacerse torero y en busca de cumplir su sueño viajo a un pueblo tras otro para torear las bestias enfurecidas que allí lidiaban. 

Hoy en día no suele ocurrir nada de eso, con la presencia de las escuelas taurinas es muy extraño encontrarse con algún torerillo que opta por ir arriesgando su vida en los pueblos ante toros grandes y muy bien hechos sin tener recompensa. Pero aquellos toreros siguen muy vivos en muchas piezas de la literatura y el arte español. 'Juan Belmonte, matador de toros' es sin duda uno de las biografías mas famosas del siglo pasado y mucho de su fama se debe a las bellas historias de cómo fue Belmonte con sus amigos a torear las reses en el campo ante la luz de la luna. Y la película 'Aprendiendo a Morir', una gran obra de cine que cuenta los inicios de la carrera de Manuel Benitez 'El Cordobés' y su viaje hasta la a gloria. En esta obra el torero sevillano representa a él mismo y cuenta las aventuras de cuando fue un chico pobre que se fue a robar gallinas para comer hasta que adquirió fama y gloria en la plaza. 

Resulta difícil comprender lo que tuvieron que aguantar estos chavales para, de alguna forma alimentar a ellos mismos y el resto de su familia. Como había tantos, se perdieron muchos por el camino y es por eso que cada uno tenía que hacer todo lo que pudiera para sobrevivir y para triunfar. Quizas de vez en cuando algún profesional o un aficionado generoso les regalase un duro como reconocimiento a una buena actuación pero en general pasaron mucho hambre y una vez que terminó una capea o un tentadero los chicos se desplazaron hasta el siguiente sin alimentarse ni descansarse. 

Y con lo incomprensible que pueda parecer, aún existen algunas maletillas. Algunos lo hacen por romanticismo, otros por desesperación. Son pocos, pero si las hay. Todavia en las capeas y en los encierros de cada pueblo se ve de improviso a un torerillo que aparece entre la multitud con una muleta o un capotillo para intentar lucirse ante el toro, un toro que no se lidia en las plazas, por su excesivo trapío o edad. Son animales que no se atreven a tocar las figuras y por lo tanto se quedan para los aficionados y los noveles en las capeas. 

Muchos hemos visto este foto del novillero Verea toreando un toro en una capea de un pueblo de Castellón. Con lo difícil que esta la situación, parece que muchos novilleros se dedican a ponerse delante de estos toros de la calle como un recurso necesario debido a la falta de novilladas, en el caso de Verea parece ser que ha tenido una recompensa ya que ha convertido su nombre en uno de los más conocidos del escalafon de novilleros. El carnaval del toro en Ciudad Rodrigo es otro destino popular para los pocos maletillas que quedan, este año los fotos de Marco Antonio Galán han despertado gran interés entre los aficionados. El torero que carece como muchos de oportunidades frecuentes en las corridas ha lanzado a la aventura de despertar el interés del público en las capea de España. En este caso logró capturar a los aficionados de la misma forma que Verea cuando circularon por la red los fotos de su valor ante ganado muy imponente. 

Y ¿iCómo se puede hablar de las Maletillas sin mencionar a Conrado? Una auténtica leyenda, un personaje histórico y uno de los pocos románticos que queda hoy en día. Conrado es sin duda un ejemplo para todos, no ha tenido una vida 'exitosa', no tiene mucho dinero, ni una mujer ni un hogar. Pero ha sido un hombre siempre determinado, siempre ha recorrido los pueblos de España toreando las reses con el sueño de llegar a ser torero profesional. Ya no es joven, tiene más de 70 años y aún sigue con las mismas ganas que un chaval. Para mí, un perfecto ejemplo de cómo hay que vivir la vida, con pasión, ganas y determinación. 

Y así queda claro, aún en estos tiempos en las que hay muchos caminos para tomar, caminos más fáciles, más sencillos y más convencionales. La leyenda de las Maletillas sigue muy viva gracias a algunos, (son muy pocos pero si las hay) que se atreven a vivir de una manera distinta, de su propia forma, de la forma que quieren ellos y no la que quieren los demás. Yo, aunque no tengo ni el valor, ni el coraje ni la determinación para ser uno de ellos quiero con estas palabras pagarles un tributo, tanto las de ayer como los de ahora. Las Maletillas de antaño abandonaron sus hogares sin nada y se fueron en busca de conquistarlo todo, algunos lo consiguieron, otros no. Pero todos ellos salieron con la misma determinación y el mismo valor. Y los pocos que quedan hoy en día salen no sólo a defender sus propias vidas y carreras sino también para defender ante el mundo sus conceptos de la vida y su cultura, algo que también requiere mucha valentía en estos tiempos de conformismo e ignorancia. 

¡Viva los toreros Maletillas! 



Foto; www.aplausos.es (Joserra Lozano) 

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