Entrada al Museo Taurino de Madrid. Foto: Paula Mtnez. |
Los museos son espacios públicos de mucha importancia, los cuales nos permiten echar una mirada al pasado para así comprender mejor quiénes somos, de donde hemos venido y Cómo hemos llegado al punto en el que nos encontramos. Nos permiten también conocer el mundo que nos rodea y entenderlo mejor. No cabe duda de que casi todos guardamos recuerdos bonitos de museos que nos han impresionado y que nos han descubierto cosas fascinantes y maravillosas, bien durante nuestra infancia o quizás cuando éramos ya un poco más mayores. Y todos los museos, sean los que sean, han hecho exactamente lo mismo: hacen que aprendamos cosas nuevas mientras que disfrutamos y nos divertimos. Pero hay ocasiones en los que esta labor pedagógica de los museos se convierte en una tarea bastante complicada, así es el caso con los museos taurinos.
Cuando nos acercamos a un museo de
cualquier tipo, lo normal es que estamos acostumbrados a ver detrás de las
vitrinas y en los diferentes cuadros, dibujos y fotos que ahí se encuentran,
cosas que formaban parte de la vida de generaciones anteriores a la nuestra y
que, a pesar de tener muchas semejanzas con los utensilios y objetos que usamos
en nuestra vida cotidiana, ya han dejado de ser relevantes en pleno siglo XXI.
La visita a un museo taurino, por lo tanto, puede parecer -al menos para
personas de países ajenos a la cultura taurina- lo mismo que visitar un museo
de gladiadores o de pirámides y momias de Egipto. Al apreciar la belleza de un
vestido de luces detrás de una vitrina, la mirada imponente de una cabeza de
toro disecado o la elegancia de un torero pegando un lance de capote a un toro
fiero, el visitante puede quedarse con la impresión de que está mirando algo
que ha sido importante en otra época pero que ya no es más que parte de la historia.
De hecho, son muchos los extranjeros
que, a la hora de hacer comentarios sobre los museos taurinos en páginas de
internet como pueden ser TripAdvisor, manifiestan su apreciación por la belleza
de los trajes de luces, capotes de paseo, fotografías y cabezas de toros que
adornan las salas del museo pero, al mismo tiempo, dejan claro que las corridas
de toros parecen ser algo del pasado que ya no tiene sitio en la sociedad del
siglo XXI. Es por este motivo que los museos taurinos, además de exponer la
rica y variada historia del toreo, deberían de manifestar una clara e
incontrovertible realidad: la tauromaquia sigue formando parte de la cultura
hispánica en pleno siglo XXI, tanto por la pasión que genera a su favor como en
su contra.
Pero ¿Cómo se puede lograr este
objetivo? Sobre todo, cuando se considera el hecho previamente mencionado de
que cuando una persona entra en cualquier museo, ya de antemano cree que está
mirando al pasado y no al presente, a lo que hay que sumar el hecho de que
muchos museos están trabajando con el presupuesto municipales o de ONGs que los
mantienen. La respuesta, como es habitual, se puede encontrar en el trabajo de
los pocos que se atreven a hacer las cosas con imaginación, ganas y
creatividad. No son muchos estos casos, aun así, los que tenemos son más que
suficientes para servir de ejemplo a los demás de cómo hay que hacer las cosas
y cómo se puede conseguir muchos objetivos cuando los recursos disponibles son
bien aprovechados.
Para conseguir que los visitantes a
los museos taurinos y plazas de toros entiendan el valor de la tauromaquia en
la actualidad es necesario que no solo ven objetos relacionados con el toreo,
sino que también llegan a comprenderlos. Esto es algo claramente difícil de
lograr, sobre todo en ciudades como Madrid, Sevilla, Valencia o Ronda, por las
que pasan miles de visitantes de todo el mundo cada año. Para responder a esta
demanda, empresas como Las Ventas Tour ha creado el producto más ideal. Con el
tour que ofrece esta empresa los visitantes tienen la oportunidad de conocer
tanto el museo taurino como la mismísima plaza de toros de Las Ventas con un
audioguía o un guía turístico que les explica todos los entresijos de la plaza
y del mundo taurino en su propio idioma. De esta manera todos los visitantes de
la Plaza de Toros de Las Ventas, además de ver el museo y apreciar la belleza
de este coso taurino, tienen la oportunidad de aprender de la cultura taurina y
la verdad de las corridas de toros, todo ello explicado de una manera accesible
para todas las nacionalidades y audiencias.
Con estas ofertas turísticas las
personas que visitan las plazas de toros no solo ven la plaza, sino que también
aprenden de ella de forma interactiva. Pero hay otro factor muy importante,
sobre todo para los museos en sí, y es que además de ofrecer información, este
ha de ser presentada de una forma llamativa y creativa. Quizás es el museo de
Córdoba el que más ha acertado en este aspecto de la creación de un museo
interesante, informativo y atractivo. A través de sus varias plantas y
múltiples salas, el museo de Córdoba ofrece a sus visitantes un recorrido por
los entresijos del mundo taurino y su importancia cultural en la ciudad. Sus
carteles, fotos y audiovisuales llamativos e informativos hacen que el
visitante descubra los matices y secretos de las joyas que alberga el museo,
mientras que se acerca al mismo tiempo a las verdades de la cultura taurina y
la esencia del arte de torear.
Sin embargo, hay que recordar que los
museos taurinos no solo reciben visitas de extranjeros y personas que no
conocen el mundo taurino. Los museos de temática taurina también reciben la
visita de muchos españoles y personas que ya son aficionados que, durante sus
viajes, se interesan por conocer estos sitios de gran interés para la cultura
taurina, sobre todo cuando se encuentran en municipios conocidos por su
tradición taurina. Por este motivo, parece lógico que los museos de tauromaquia
deberían ser también sitios de reunión para la gente del toro y difusión de la
actualidad taurina. Para este fin museos como el de Córdoba tienen espacios destinados
a la celebración de eventos como presentaciones de libros, conferencias o
charlas, pero merece particular atención museos como el de La Línea (Cádiz) o
la Taberna Lagartijo en Linares.
Estos, además de ser museos, son
también tabernas y bares, ofreciendo así un espacio en que tanto aficionados
como personas que se interesan por el mundo taurino pueden reunirse entre ellos
o con los amigos. En estos sitios no solo se aprende de toros y de cultura
taurina, sino que se puede vivirlo en un ambiente único que no solo invita a la
gente a venir de paso, sino que también se puede quedar ahí y aprovecharlo como
un lugar ideal para las charlas, tertulias y coloquios. De esta manera el museo
no solo se trata de una atracción, sino que es un sitio sociable donde la gente
puede reunir y disfrutar de la compañía, fomentando de tal forma el ambiente
taurino de la zona y ayudado a que los toros estén en boca de todos como un
tema más de actualidad. El hecho de que estos lugares están preparados para
acomodar a un gran número de personas en el sentido de catering hace que
también pueden servir como escenarios de distintos tipos de eventos,
acontecimientos sociales y celebraciones, haciendo que la tauromaquia sea tema
central de muchos momentos muy importantes.
No quiero quitar
merito a la gestión de otros tipos de museos con estas palabras; ofrecer un
espacio público que combina una experiencia divertida y entretenida para
personas de todas las edades mientras que juega a la vez un papel educativo
nunca va a ser una tarea fácil. Lo que si busco aclarar es que, en estos
tiempos tan complicados y decisivos para el futuro de la tauromaquia, el papel
que juegan los museos taurinos en la difusión y promoción de la cultura taurina
podría ser mucho mas decisivo de lo que hasta ahora hemos pensado. Estos espacios
son frecuentados por personas de todo el mundo, los cuales encuentran en dichos
espacios su primer contacto con el mundo taurino. A su vez, los museos taurinos
sirven como un espacio de reunión, de reflexión y de aprendizaje para aquellas
personas que ya son aficionados al mundo de los toros., ampliando así su
contacto e interacción con el planeta de los toros. Y con todo esto en mente
conviene plantear la gran importancia de la innovación, creatividad y labor pedagógico
que debe de existir en la creación y la gestión de los museos de Tauromaquia.
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