Enrique Ponce ha
sido uno de los grandes protagonistas de la pasada feria de agosto de Málaga
por su innovador idea, la Corrida Crisol. Se trata de una novedosa versión de
la corrida de toros que pretende reunir el arte de torear con otras disciplinas
estéticas como la música y la pintura. El diestro valenciano -impulsor y
participante en el evento- ha estado en boca de todos por su nueva creación,
una innovación taurina que no ha podido evitar la controversia. Han sido muchas
las reacciones, tanto en los medios de comunicación como en las tertulias de
los aficionados, en los cuales muchas personas han manifestado sus
observaciones, algunas mas positivas que otras.
Entre las
personas que felicitan a Ponce por haber inventado la Corrida Crisol se dice
generalmente que se trata de una idea innovadora y creativa que ayudara a
fomentar el mundo taurino y mejorar la imagen social que tiene el toreo. Sin
embargo, son muchos los aficionados que aseguran que se trata de un espectáculo
muy alejado de la esencia de una corrida de toros y que no tiene nada que ver
con la pureza en el arte de torear. Estas criticas parecen tener mucho que ver
con el indulto del toro Jarai, de Juan Pedro Domecq. Son numerosos los
aficionados y críticos que estuvieron presentes en la plaza, a los que les ha
parecido un indulto prefabricado. Al ser la corrida un espectáculo democrático
parece necesario revisar un poco las ideas de las personas que han comentado
sobre lo visto, para poder llegar a una conclusión de cómo afectan eventos como
esta al mundo taurino.
En cuanto al
indulto de Jarai quiero decir que no me parece un indulto prefabricado, por dos
motivos: en primer lugar, porque el ganadero no puede prever el juego de sus
toros, por lo inteligente que sea no es posible, y en segundo lugar, porque,
después de ver el video, me parece que el indulto fue consecuencia de la
euforia creada por la faena magistral de Ponce y la profundidad en el cante de
Estrella Morente. La épica de lo que sucedía en el ruedo tuvo un impacto tremendo
en los espectadores que sintieron la necesidad de pedir el indulto del toro,
¿pero fue un toro de indulto? He leído en algún sitio que este toro no fue
bueno, que no regaló ni una sola embestida completa en toda la faena, falso.
Fue un toro bueno, no sé si era de indulto, pero si fue un toro bueno. Ahí esta
la grandeza de Ponce; utiliza su técnica para hacer que un toro bueno parezca
un toro excelente.
Otras personas
han criticado este tipo de espectáculo por el simple hecho de que reúne tantas
cosas en la plaza de toros, algo poco habitual en el mundo taurino. Además de
la actuación de los toreros la plaza estaba adornada con obras del artista
Loren, los cuales cubrieron la barrera y los burladeros. Estas obras no eran
precisamente para la Corrida Crisol, sino para la Picassiana, una corrida
tradicional en Málaga que coincidió en la misma fecha. Algo que si fue una idea
de Enrique fue la presencia de cantantes y orquestas en el tendido que sirvieron
para harmonizar las faenas en vez del pasodoble tradicional. Para algunos
aficionados estos complementos alejan el espectáculo de su verdadera esencia y
quitan protagonismo al toro y el torero, que son el eje de la fiesta.
Se vieron además
algunas cosas poco habituales en el ruedo, principalmente en el quinto que fue
indultado. Al final de la faena Enrique volvió a coger el capote para ejecutar
las poncinas -un pase de muleta que se ha convertido en un elemento clásico de
su tauromaquia-, llegando a sorprender a los espectadores con algo que nunca se
le ha visto hacer en la plaza. También invitó a su compañero de cartel, Javier
Conde, a salir a torear el toro al final de la faena. Cosas como esto son
habituales en los festivales camperos y los tentaderos, pero no en una corrida.
Es por eso que muchos lo consideran como una falta de respeto hacia la liturgia
y las tradiciones del toreo. Afortunadamente estas cosas no pasan de ser
anecdóticas, por lo que todavía no hay motivo de preocupación.
En mi humilde
opinión, sacar el compañero a torear al toro de muleta o pegar unos naturales
profundos al compa de una hermosa copla son detalles muy hermosos, pero nada
más. Lo mismo pasa con adornar la plaza con obras de un artista, son detalles
bonitos. En una galería o un espacio público no cabe duda de que un pintor o un
músico tiene el máximo protagonismo, pero no es así en la plaza, donde las
grandes protagonistas son siempre el toro y el torero. Por lo tanto, a la hora
de valorar la idea de Ponce, es necesario tener en cuenta que se trata de
modificar la imagen exterior de la fiesta, no su esencia.
Actualmente
existen graves problemas relacionadas con los elementos más fundamentales del espectáculo
taurino. Por ejemplo, se ha convertido en algo normal ver la mala ejecución del
primer tercio. Debido a la mala ejecución de esta parte de la lidia el publico
ni quiere ver un buen tercio de varas ni sabe valorarlo. También estamos
acostumbrados a ver un toro que, aun siendo muy noble y teniendo mucha clase,
falta casta y poder. Esto está restando interés al toreo y haciendo que muchos
aficionados no acuden a la plaza. Como aficionado me parece que lo mas
importante en estos momentos es buscar soluciones para estos problemas, ya que,
una vez resueltas estoy seguro de que los tendidos volverán a llenarse. Una vez
solucionadas estos problemas podemos cuestionarnos si es mejor escuchar un
pasodoble o un cantante cuando el diestro está toreando, pero estas no son
cuestiones no requieren una respuesta urgente.
Por eso es
importante que eventos como este sirvan para despertar el interés general en
ciertas ocasiones especiales y que no se conviertan en maneras convencionales
para esconder los problemas de la fiesta. Nicolás Sampedro A. concluye su libro
Y después de Fuentes ¿Nadie? (2016)
explicando que el futuro de la fiesta está en encontrar a nuevos toreros que
sepan ejecutar las suertes con pureza y personalidad, aunque siguiendo las
reglas esenciales de la fiesta, es decir, los diestros que más interés generan
son aquellos que torean de una manera individual y distinta, pero sin salir de la
pureza de arte de torear. Así siempre ha sido; las grandes figuras nunca han
sido aquellos toreros que quisieron cambiar las reglas fundamentales del toreo,
sino los que supieron torear con personalidad y estilo sin perder la pureza en
la ejecución de las suertes. El éxito de la tauromaquia está en asegurar que
las cosas se hacen bien, tanto la ejecución del toreo como la cría del toro
bravo. En conclusión, me parece muy bien que se haga cosas como esto para
despertar el interés en los toros, pero no podemos centrarnos en cambiar la imagen
exterior de la fiesta cuando todavía hay elementos fundamentales de tauromaquia
que necesitan ser arreglados.

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