Un año después de
su gran triunfo Diego Urdiales ha vuelto a Bilbao mostrando su plenitud y
grandeza como torero. Lo hizo una vez más desorejando un toro de la ganadería
de Alcurracén, un gran toro con clase, humillación, prontitud acudiendo al cite
y mucha calidad en la embestida al que Urdiales toreó dándole siempre el medio
pecho, bajando bien los manos y exprimiendo las buenas cualidades del animal
toreando con gusto y torería por ambos manos. Una gran faena para todos
aquellos que lo vieron y para la plaza de toros de Bilbao. Tan buena fue la
faena que Matías, un presidente reconocido por su gran exigencia y seriedad,
otorgó sin hesitación las dos orejas para Diego y premio la calidad del toro
con la merecida vuelta al ruedo.
Todos los
aficionados conocen el famoso encuentro entre Antoñete y 'Atrevido' el mítico
toro blanco de Osborne en Madrid, pero ahora está también el encuentro entre
Urdiales y 'Atrevido', un toro berrendo en colorado cuyo pelaje fue casi tan
destacada como la de su mítico antecedente del mismo nombre. El torero de La
Rioja salió con muchas ganas. El toro, acorde con su encaste tardó en
calentarse y no parecía interesarse de los capotes, no obstante, Urdiales
sometió a su oponente y ganándole terreno se lanceó a la verónica con mando y
esa personalidad por la que es reconocido. No es poca cosa torear bien de capa
a los Nuñez pero él lo hizo y lo hizo bien.
Gracias a la
buena lidia administrado al toro estaba bien fijado en los engaños y había ido
a más como se espera en este encaste. Urdiales comenzó sometiendo más boyantes
acometidas por la derecha toreando con el pecho metido, la pierna contraria
adelantada y la figura bien encajada. El público respondió muy pronto sabiendo
que la faena iba a tener mucha importancia y se metió en ella vibrando con el
toreo de Diego Urdiales con la que Bilbao tiene ya una conexión muy
especial. Cogió entonces la muleta con
la izquierda queriendo aprovechar la buena condición del toro llevando con
suavidad las embestidas del toro que fue muy bueno y repitió, pero cuando no lo
hizo Urdiales le esperaba pacientemente dejando al toro un tiempo de reposo
para reponerse para la próxima embestida. A estas alturas de la faena el público
estaba totalmente metido en ella y vibraba con intensidad el toreo del riojano.
Además del toreo
fundamental, tan indispensable en una faena moderna Urdiales no olvidó de dar a
su toreo el toque de personalidad y creatividad que tanto identifica su toreo
de arte y pellizco. Las series se remataron con monumentales pases de pecho, se
adornó con toreo de dos manos por alto y por bajo y el molinete improvisado al
final de la faena sirvió como un pequeño homenaje a la tauromaquia de los
viejos tiempos. El toro mantuvo su buena condición hasta el último momento fijado
en la muleta y acometiendo con recorrido y calidad destacando su juego como sus
preciosas hechuras.
Una estocada en
los rubios hizo rodar el toro sin puntilla y el público sacó los pañuelos. El
presidente Matías, tan conocido por su exigencia a la hora de conceder los
trofeos sacó los dos pañuelos a la vez concediendo sin ningún temor las dos
orejas para el torero y al toro con la
vuelta al ruedo En esta ocasión hubo
quienes opusieron al doble trofeo considerándolo como excesivo pero Diego
Urdiales volvió a salir por la puerta grande entre aplausos y el cariño de los
aficionados. Algo tiene este torero para haber conquistado a uno de las plazas más
serias del mundo, algo debe tener.
Imágenes: Toros TV.
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