No debe de sorprender ni decepcionar a nadie que el número de abonados de Sevilla no haya aumentado todo lo que esperaba la empresa. Los tiempos van cambiando y con ellos los hábitos de los consumidores, algo que tiene que tener en cuenta cualquier empresa independientemente del sector en que se maneja. Durante la pasada temporada y los comienzos de esta se ha visto un aumento considerable en el número de asistentes a las corridas de toros, un hecho importante que da para el optimismo. Aun así este aumento no se ha visto tanto en la cantidad de espectadores que se abonan a las ferias y temporadas. Según mis observaciones esto es debido principalmente a cambios en los hábitos de los consumidores.
Siempre se ha dicho que el buen aficionado tiene siempre su abono, pero esto podría estar cambiando. El público moderno no quiere comprometerse a una feria o una temporada entera; tiene su familia, tiene su trabajo, tiene sus vacaciones y otras opciones de ocio como el cine o el fútbol. Todos esas distracciones son suficientes para llevar la atención del mejor aficionado taurino. Así es la modernidad, la gente pide variedad, pide flexibilidad en cuanto a tiempo y sobre todo busca el mejor precio posible. Por lo tanto gastar tanto dinero en un abono para la feria o la temporada completa, ciclos formados por numerosos festejos de los cuales solo interesan unos pocos combinaciones formados por toreros y ganaderías populares, no es opción atractiva para la mayoría de los espectadores. Comprar las entradas sueltas para las corridas más rematadas es lo que hacen ahora muchos espectadores de las corridas de toros.
En la actualidad vemos que los aficionados se abonan a las ferias más por obligación que por deseo. En las ferias en que se anuncian toreros de mucha popularidad como José Tomás y está claro que obtener entradas sueltas va a ser mucho más difícil en estos casos si se venden muy bien los abonos. Lo mismo sucede frecuentemente en ciclos cortos pero de gran interés como la feria de Jerez de este año en la que se anuncia a José Tomás junto a otros toreros que gozan de mucha popularidad. Pero poniendo a parte estos casos lo seguro es que el aficionado moderno es más partidario de comprar las entradas sueltas que abonarse.
Este cambio es muy significativo para las empresas ya que como han manifestado en numerosas ocasiones es el abono lo que hace rentable la programación de festejos taurinos. Para adaptarse a este nuevo mercado parece que las empresas estarán obligados a ofrecer formas diferentes de ir a los toros. Un buen ejemplo de lo que hace falta para seguir atrayendo a la gente es el nuevo abono de San Isidro que permite al abonado elegir entre un número más reducido de fechas para que solo vea lo que más le interesa. Con ofertas como está en todas las plazas quizás será posible mantener el deseo de los aficionados para seguir teniendo su abono.
Pero hay otra problema que tendrán que solucionar los gestores de las plazas. Si la gente se inclinan más por las entradas sueltas las plazas se llenaran siempre cuando hay grandes carteles. Pero en los otros festejos como las novilladas o corridas con toreros novedosos y desconocidos que ya tienen asistencia más baja, la cantidad de personas que acudan a estos eventos será todavía menor. Y esto no es viable, los festejos de promoción forman la base de la industria taurina y ayudan a sostener gran parte del sector. En el caso de que desaparezcan estos eventos debido a la falta de interés no sería posible mantener viva la tauromaquia. Esta problema es muy grave y es muy importante que lo tengan en cuenta las empresas, podría ser uno de los efectos más negativos de este cambio del abono a la adquisición de entradas sueltas.
Pero si pueden ser económicamente viables las entradas sueltas. Que el público vaya a la plaza y pide los billetes para los días que quiera ir no significa para nada que el empresario pierda dinero. Hasta es posible que en los tiempos de bonanza económica la gente gasta más dinero comprando de esta forma. Por lo tanto una feria de pocos abonados no es un fracaso, sigue existiendo la posibilidad del éxito empresarial. Lógicamente en deportes como el fútbol lo más deseado es que el estadio tenga sus abonados para la temporada y con esto se asume el buen momento del equipo y el interés asegurado de los patrocinadores. Pero la tauromaquia es muy distinto a otras actividades de ocio y por eso hay que tomarlo aparte. El aficionado que se abona a temporadas como las de Madrid o Sevilla está abonándose a a ver lo más importante y también lo más nuevo y otros eventos de menos repercusión, por lo cual el interés generado por cada festejo varía dramáticamente.
Si en el futuro los taurinos se inclinen más por comprar las entradas sueltas y pierden interés en el abono hará pensar a los empresarios; su negocio será todavía más precaria de lo que ya es y existirá el gran riesgo de perder un montón de dinero muy fácilmente, será también más difícil convencer al público para ver las novedades y los festejos de promoción que ya cuentan con menor interés de lo que realmente deberían de tener. Quiere decir eso que las problemas actuales del sector taurino podrían ser intensificadas. Pero esta nueva forma de consumir el producto taurino podría llegar a ser lo normal y los profesionales del sector tendrán, si es el caso, la obligación de adaptarse a este nuevo mercado y hacer nuevas fórmulas para que las cosas sigan funcionando con perfecta normalidad. Aunque la gente tenga una forma distinta de pagarlo es bien sabido que el producto de calidad siempre interesa, y eso lo tendrán que tener en cuenta las empresas, la calidad siempre se vende.
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