Un toro bravo persiguiendo los vuelos del engaño por bajo con casta y entrega.
Para los
antitaurinos y supuestos 'defensores' de los animales el toro bravo es un inocente animal
indefenso que solo embiste en la plaza para defender su vida. Al contrario, los
aficionados y defensores de la tauromaquia afirman que los toros de lidia son
animales agresivos que poseen un instinto de luchar que los diferencian de
otros animales y que los hacen idóneos para aguantar los duros castigos de la
lidia. La cuestión de como es el verdadero carácter del toro de lidia es uno de
los debates fundamentales con relación a la legitimidad de las corridas de
toros y, si son o no son tolerables en una sociedad civilizada. Entonces, ¿qué es
la realidad? ¿los toros de lidia son animales pacíficos que solo quieren
defenderse o son seres agresivos con un afán de lucha incontrolable?
Para conocer la respuesta de esta pregunta hemos de dejar a un lado nuestras opiniones y perspectivas personales para, de tal forma, evaluar todo lo que sabemos de este animal y sus características. Es necesario tener en cuenta la cría selectiva de los ganaderos de reses bravas y los resultados de esta selección meticulosa. También es necesario valorar el comportamiento del toro en la plaza y destacar las reacciones más comunes que se observan en un gran número de animales, evidentemente no son iguales todos los toros pero si hay ciertas tendencias que muestra este especie que lo diferencia claramente de los demás animales. Son estas características y tendencias lo que ahora vamos a analizar.
Pero antes de nada,
vamos a analizar el origen de la bravura.
Como deja claro
el veterinario taurino Dr Juan Carlos Illera, los seres tienen diferentes
formas de racionar a amenazas exteriores: puede que respondan de forma activa
-huyendo o enfrentándose a la amenaza-, asimismo, puede ser que el animal se
queda totalmente paralizado sin poder reaccionar. Pues resulta que, a
diferencia de otros mamíferos, esta segunda respuesta no aparece en el toro de
lidia, es decir, el toro de lidia siempre reacciona a estímulos estresantes,
sean lo que sean. Por lo tanto, solo existen dos posibles respuestas en el caso
del toro de lidia; atacar o huir.
Teniendo en
cuenta que el toro puede responder de estas maneras, no resulta nada sorprendente
que el toro puede atacar al molesto ofensivo, ya que todos los animales pueden mostrar
agresividad al ser amenazados. Incluso como herbívoro, los bovinos tienen el
instinto natural de atacar a ciertos estímulos si no tiene otra manera de
librarse de ellos. Esta reacción lo poseen todos los animales, ya que aquellos
que no tienen necesidad de atacar a su presa si tienen depredadores de los
cuales ha de defenderse. Por lo tanto, la agresividad de un herbívoro en
términos generales si es un mecanismo de defensa perfectamente normal.
Sin embargo, como
bien saben los taurinos, la bravura no es una característica totalmente
natural, sino que se trata del resultado de varios siglos de cría selectiva.
Gracias a la cría selectiva los ganaderos de toros de lidia han podido exagerar
esta agresividad natural hasta llegar a un punto en que ya no parece el
instinto natural, sino que se ha convertido en una calidad única y distinguible
en términos biológicos que ha sido inventado por el hombre. Debido a la
meticulosa selección de los criadores de reses bravas el toro de lidia ha
desarrollado una sistema endocrino diferente a las de otros bovinos y su
sistema nerviosa también presenta algunas peculiaridades cuando es contrastado
con la de otros especies similares. En resumen, la bravura tiene su origen en
el sistema de defensa natural que tienen todos los animales, sin embargo, por
su exageración controlada en esta especie, se ha convertido en una calidad única de esta
especie que lo diferencia de otros bovinos.
No obstante, el
hombre nunca tiene control absoluto de la naturaleza y, por lo tanto, no tiene
control absoluto de la bravura. Por eso es necesario saber cómo evaluar la
bravura de un toro, ya que esta cualidad aparece a distintos niveles de
intensidad y puede manifestarse de maneras variadas dependiendo de la edad,
el encaste y las experiencias que ha vivido el toro.
Conocer las
variaciones en el carácter de los toros de lidia es algo esencial que permite
la evaluación de cada lidia por parte de los aficionados y profesionales que
contemplan y participan en la corrida. Por eso, cuando se habla de una corrida
es habitual oír a los aficionados hablar de los toros 'bravos', 'muy bravos' y 'mansos', aun así, como bien explica la prestigiosa enciclopedia El Cossío, el termino manso es relativo
en cuanto al ganado bravo, ya que esta especie siempre posee cierto nivel de
bravura, por este motivo, remplaza el termino manso con el de menos bravo.
Ahora, pues, parece claro que es necesario medir a bravura de cada toro, y es
en esta actividad donde vamos a poder observar la respuesta a nuestra pregunta
principal.
Aunque la categorización
de los toros de lidia según su nivel de bravura es una categorización con
muchos matices y detalles que analizar, los dos grupos mencionados en El Cossío
-bravos y menos bravos- resulta útil para nuestra agrupación básica para este
asunto. El primero de los grupos, los toros mas bravos, son aquellos animales
que, gracias al éxito de la cría selectiva del ganadero y el buen cuido de los
animales, han desarrollado las características deseadas en este ganado; la
fiereza, la prontitud en la embestida, el galope entusiasmado, la fijeza en el engaño,
el recorrido en la embestida, la entrega y la duración del animal en la lidia
son solo algunas de las cualidades que manifiestan este tipo de animales en la
plaza. Son animales que necesitan escasa provocación para atacar y que entregan
toda su fuerza y su energía en la lucha.
El toro
verdaderamente bravo esta dispuesto a atacar desde cualquier parte de la plaza
y esta dispuesto a embestir desde lejos (el torero no ha de entrar en su
terreno para provocar la embestida) y humillan con la cara muy baja para
perseguir el engaño con entusiasmo y ganas. El afán de luchar de estas bestias
es tal que ignoran el dolor de los castigos y la fatiga de la lidia para seguir
acometiendo hasta el final. Los toros verdaderamente bravos son tan agresivos
acometen a todo aquello que les provoca, sea cual sea la situación, o sea, son
toros que atacan. Muchos de estos animales embisten con esa misma entrega
incluso en la dehesa, donde tienen todas las posibilidades de ir hayedo de la
lucha.
Por otro lado,
tenemos los toros calificados como menos bravos que, entre los taurinos,
solemos calificar como bravucones, mansos encastados o simplemente mansos. Debido
a su origen genealógico y la especia a que pertenece, estos ejemplares también son
bravos hasta cierto punto, sin embargo, al estar sometido a las duras pruebas
de la lidia manifiestan muchos síntomas de querer huir o simplemente de no
pelear. A diferencia de los animales mas bravos, estos toros suelen estar destruidos
por todo lo que ven y oyen en la plaza, huyen de la pelea y buscan donde salir
de la plaza y a veces resulta mas difícil provocar la embestida. Estas reses,
aunque muestran algunos síntomas de bravura, no lo poseen al nivel deseado y
por lo tanto, no sirven como reproductores en las ganaderías, aunque su comportamiento
si puede resultar interesante para los aficionados que lo contemplan o incluso espectacular
en raras ocasiones.
Pensar que estos
animales son menos agresivos que los toros bravos pueden, en muchas ocasiones,
ser un error. En realidad, sus acometidas bruscas resultan mas peligrosas para
los toreros que las de un toro muy bravo, ya que las acometidas de estos animales
tienden a ser mas bruscas e imprevisibles. Entonces, si ambos tipos de toro
pueden ser agresivos, ¿Qué diferencia hay entre ellos? Pues resulta que, mientras
que el toro mas bravo tiene afán de atacar, el toro menos bravo suele
defenderse en la plaza; en vez de acudir con ganas suele pensar mucho, mirar
mucho a su alrededor, no persigue con entrega los engaños, sino que acomete con
la cara alta y pegando derrotes para defenderse. Otra característica común es
que, en vez de embestir con ganas desde cualquier parte de la plaza, suelen
quedarse cerca de tablas para que nada le acerca desde atrás, solo embisten para
para defender este terreno.
Durante la lidia
estos animales están empeñados en evadir los dañinos castigos de la puya, las
banderillas y el estoque, o sea, su comportamiento se asimila mas a la de
cualquier otra especie en vez de la de un toro bravo. No persigue con la entrega
ciega a los engaños como lo haría un animal mas bravo, sino que mira todo de
forma pensativa, ataca de manera imprevisible y violenta para quitar aquello
que le molesta, haciendo que sea un animal mas incierto para los lidiadores que
les dificulta el lucimiento. Estas dificultades hacen que el espectáculo resulte
menos brillante con estos toros, ya que, salvo en las ocasiones en las que el
toro tenga un poquito de casta, impiden al torero expresarse artísticamente.
Entonces, ¿el
toro ataca o se defiende en la plaza? La conclusión es que depende totalmente
del toro: si el toro en cuestión es un toro muy bravo esta atacando, pero si es
un toro con menos ganas de pelea lo mas seguro es que su deseo de defenderse de
los molestos es su motivación principal para acometer. Ahora, para evaluar al
toro de lidia en general habría que evaluar un gran numero de animales y
analizar de forma meticulosa sus reacciones en la plaza y bajo circunstancias controladas
y de validez científica. Lo que si esta claro es que el toro de lidia, por el
especie que es, tiene a mostrar su condición de bravura. Merece anotar que, al acudir a la plaza
puede que uno escuche muchas criticas a los toros lidiados por ser 'mansos' o 'descastados' incluso en una corrida
notable, pero eso se debe a que los aficioandos y profesioanles ven ala lidia
de muchos animales y, por lo tanto, analizan cada corrida con ojos muy críticos
y exigen lo máximo de cada tarde. Por eso es fundamental tener en cuenta el valor relativo de las evaluaciones que se hace entre las personas del mundo taurino.
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