En todas las localidades taurinas no sólo se ven los toros, sino que se vive el toreo. Por eso existen puntos de encuentro para la gente del toro como está en Zaragoza.
Es muy conocido el argumento de que los toros
son cultura y por eso hay que defenderlos. Pero ¿Qué significado tiene el mundo
taurino dentro del ámbito cultural? ¿Qué aporta la tauromaquia a las culturas
de los sitios taurinos? Esta muy bien decir que la prohibición de los festejos
taurinos supone eliminar parte de la cultura, pero ¿Qué parte de la cultura se
elimina? A pesar de que muchas personas no lo saben, la tauromaquia tiene un fuerte
arraigo cultural en todos los sitios donde existe. Además de formar parte de la
vida de muchas personas, el toreo esta fuertemente ligado con las costumbres
individuales de muchos municipios, la literatura, el cine, la música, las artes
plásticas, la política y suele influenciar la ideología de las comunidades que
tienen tradiciones ligadas al mundo del toro.
Una de las demostraciones más claras del
valor cultural de la tauromaquia en todo el mundo es la feria de San Fermín de Pamplona.
Al principio del siglo pasado las corridas de toros y los encierros que tuvieron
lugar durante las fiestas del capital navarro eran como los de cualquier otra
ciudad española, sin embargo, llegó Hemingway y todo cambió. Después de ser un
tema principal de muchas obras del Premio Nobel de literatura estadounidense,
la Feria del Toro de Pamplona despertó la pasión de muchos lectores en todo el
mundo que quisieron vivir las experiencias contadas por Ernest Hemingway. Pese
a que las corridas de toros son algo esencialmente español, miles de personas
de países totalmente ajenas al mundo taurino descubrieron que ellos también
sentían una pasión por el toro. Ahora, casi un siglo después de la publicación
de Fiesta, una de las novelas
taurinas mas famosos, la feria de San Fermín sigue atrayendo millones devisitantes anuales y sigue inspirando la publicación de nuevos libros,
películas y documentales que convierten la feria de Pamplona en el epicentro
mundial de la pasión taurina.
No cabe duda de que los sanfermines atraen a
miles de personas que, sin saber mucho de toros, quieren disfrutarlos. Pero
como dijo el celebre escritor José Bergamín en su ensayo taurino El arte de birlibirloque (1930), “el toreo es
cosa de entender”. Por eso los verdaderos amantes del toreo dedican mucho
tiempo a entender mejor este arte tan único y complejo; intentando conocer con
precisión las diferentes castas del toro de lidia, sus características
individuales, las posibles reacciones del toro en la plaza y como se puede
lograr la ejecución perfecta de las suertes del toreo. Ese afán de comprender
todo sobre el mundo taurino ha provocado la publicación de una infinidad de
obras literarias sobre el mundo del toro, la mas conocida siendo la gran
enciclopedia taurina El Cossío. Asimismo, el interés que generan las publicaciones taurinas ha hecho que, además de los
mencionados Bergamín y Hemingway, no son pocos los escritores e intelectos que
han escrito obras relacionados con el toreo; entre ellos están Ortega y Gasset,
García Lorca, Francis Wolf u otros personajes internacionales
como el escritor Alexander Fiske-Harrison, que, por venir de culturas ajenas al
mundo taurino, se han interesado por explorar los valores y la ética del toreo.
Pero el interés intelectual generado por la
fiesta taurina no solo esta reflejada en la literatura. Ya están mencionados
tres filósofos (Gasset, Bergamín y Wolf) cuyas obras taurinas se han centrado
en la ética del toreo. pero tampoco podemos olvidar de personas como Picasso, Orson
Wells, Eva Garner, Almodóvar, Joaquín Sabina, Mario Vargas Llosa o incluso
Madona, se han interesado por el arte de torear por su presencia en el mundo
literaria-artístico, tan fuertemente ligado con el de los toros. Estas relaciones
no han desaparecido últimamente, ni con toda la presión antitaurina; en los
últimos años la presencia de actores como Tom Cruise o Adrien Brody en
películas taurinas, y la inspiración taurina que han tenido diseñadores famosos
como Dolce & Gabbana, Georgio Armani o la empresa Addidas son una clara
muestra de que el toreo sigue inspirando otros ámbitos culturales, tanto dentro
como fuera de las comunidades taurinas.
No obstante, la fiesta de los toros no es
para nada una disciplina estrictamente intelectual. El toreo es del pueblo, y
eso se refleja claramente en las costumbres de un gran número municipios de
España, Portugal, Francia y América Latina. En muchos lugares el toro bravo es
el epicentro de la fiesta y, como cada comunidad tiene su propia idiosincrasia,
eso se nota en la celebración de eventos taurinos. En general, estas
diferencias se ven en la plaza; puede que sea en la arquitectura del coso, en
el tipo de toro que se elige para lidiar, en la seriedad o alegría de los
espectadores, el rigor del palco a la hora de conceder trofeos, el ambiente
taurino que rodea el coso o quizás, en alguna peculiaridad común de todos los
toreros o ganaderos que vienen de este lugar. Entre los taurinos, por ejemplo,
se sabe que las plazas de toros del norte de España, aunque suelen tener un
ambiente festivo en los tendidos, exigen generalmente un toro muy serio y bien
presentado. En contraste, la afición del sur suele ser mas callada y culta en
el tendido, prestando mucha atención a la ejecución de las suertes de torear y
no tanto a la seriedad del toro.
Estas particularidades
de cada municipio taurino afectan hasta el tipo de festejo que se celebra ahí.
En todos los países del mapa taurino suele haber corridas de toros, pero muchas
zonas tienen su propia interpretación del arte de torear; en la Comunidad
Valenciana tienen los Bous al carrer,
en el norte de España son populares las sueltas de vaquillas y las corridas de
recortadores, En Francia están las corridas landesas
y camarguesas, en Portugal predomina
el arte del rejoneo y no se matan los toros en la plaza, mientras que los
jaripeos, montas de toros y caballos distinguen la cultura taurina Mexicana. Debido
a estas variaciones geográficas, los distintos reglamentos taurinos -aunque
siempre exigen la uniformidad y buen orden en la estructura de las corridas de
toros- pueden variar notablemente para acomodar los distintos gustos del
público. En los Estados Unidos, por ejemplo, hay actividad taurina pero no se
permite el castigo ni la muerte de las reses en sus corridas.
Incluso en aquellos países donde no existe
ningún tipo de tradición o actividad taurina surgen pequeños grupos de
aficionados. Existen peñas taurinas de países como Inglaterra,Rusia, Hollandia o
Suecia, o ciudades tan desconectados al mundo del toro como son Nueva York y
Paris. Estos núcleos de aficionados extranjeros suelen estar formados por
personas del país o lugar en cuestión que, de alguna manera, han descubierto su
pasión taurina, quizás por la literatura de Hemingway o bien por algún viaje a
España. Algunas de estas organizaciones han adquirido popularidad en la
comunidad taurina; el Club Taurino de Londres tiene un premio anual que es
recogido en la misma capital inglesa por grandes figuras del toreo y ganaderos
prestigiosos, asimismo, la Peña Taurina “Los Suecos” luce su bandera en los
tendidos de algunas de las plazas más importantes de España.
Uno de los motivos por los que el toreo atrae
a tantas personas es porque tiene un arraigo cultural que, en vez de ser algo
precisamente español, es un patrimonio humano. La cría de bovinos es algo que
llevamos muchos siglos practicando para poder aprovechar de la carne, piel y
las astas del toro. Por lo tanto, muchas culturas tienen enlaces al toro. En
Francia -aunque no cabe duda de que gran parte de la cultura taurina está
influenciada por España, el toro de la Camarga lleva siglos ahí, por lo que los
criadores de esta raza bovina establecieron métodos tradicionales para poder
manejar su temperamento agresivo. Los juegos con toros tienen arraigo hasta en
la Antigua Grecia, donde se realizaron espectáculos en los que hombres
exhibieron su destreza, saltando sobre los toros y burlándolos a cuerpo limpio.
Esta práctica tiene mucha similitud a los festejos de recortes y toreo a cuerpo
limpio en las calles que sigue siendo una tradición importante en el norte de
España y el sur de Francia.
En resumen, se puede afirmar que la
tauromaquia no es solo un espectáculo ancestral que se sostiene por motivos de
tradición -a mí personalmente me parece un argumento muy débil la de que el
toreo es tradición y por eso hay que protegerlo-, sino que sigue formando parte
de la identidad y las vidas de muchas personas en todo el mundo. Por lo tanto, tampoco
es necesariamente “parte de la cultura” como dicen muchos, por lo que podríamos
considerar la tauromaquia como una cultura en sí. Hablar de tauromaquia no solo
es hablar de corridas de toros, ya que existen muchas expresiones de la cultura
taurina que se ajustan a los gustos de diferentes personas y a la ética de sus
comunidades; aquellas personas a quienes no les gustan las corridas de toros
posiblemente prefieren mas los festejos de recortes o los encierros, en adición,
existe el rejoneo para los amantes de la equitación y muchas practicas
interdisciplinarias que se relacionan con el mundo del toro.
Publicaciones Relevantes:
José María de Cossío, El Cossío
(1997). Espasa Calpe.
José Antonio de Moral, ¿Cómo ver una
corrida de toros? (2010). Alianza Editorial.
José Bergamín, El arte de birlibirloque
(2016). Los Cuatro Vientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario